2004. Entra ella en escena.
Sobre peñascos negros
se precipita, embriagada de muerte,
la ardiente enamorada del viento.
Georg Trakl (citado por Pizarnik)
Está entrando en el estudio a la derecha.
Hay que apartar los travesaños de madera y cuidar de no topar con el alargador. Cuando llueve, y si el viento es del norte, unas gotas llevan el óxido desde la viga hasta ella.
Tiene el cuello roto y el cuerpo es un pliegue.Es de una belleza en la que se pueden hundir las manos. Porque contiene el abismo, un cazo de mármol blanco y al buen Dionisos bebiendo el vino rojo y comiendo pan de hostias.
Y ella que al entrar la ve, ¿Te gustan los martirios?, y yo que le digo que no y que pienso que su belleza es haber trascendido al martirio y que el martirio es la única manera de hacer verdad una ficción y que le miro el trasero, como sin querer, y ella que sostiene la vista sobre la imagen, de la santa, tiene unos pies hermosos y yo que le cuento lo que le hicieron los paganos y que le indico, por tragar saliva, que no tropiece con el desorden y que pienso que si Cecilia nos cantase algo eso sería irónico, como las luciérnagas y ella que cambia su centro de gravedad sobre la otra pierna y yo que pienso, nunca más estarás sola, amor mío, y que todavía no he empezado a temblar y que pienso que todavía no he empezado a temblar.
Mide un metro treinta y está encerrada en una hornacina, pero la puedes ver si apartas, amor, los travesaños.