Conversamos sobre el deseo la madrugada del 24 de Juilio de 2009 con Óscar López en "Afectos en la noche"
Empezamos con el chiste del condenado a muerte al que le conceden un último deseo, "mi deseo es que no me ahorquen", solicita. Los verdugos se reunen en cónclave y deciden que ese deseo no lo pueden conceder pues vulneraría el principio mayor de que el condenado sea ajusticiado."No, ese deseo no nos vale tienes que solicitar otro", a lo que el reo contesta: "Entonces, mi deseo es aprender japonés".
Y mucho de estar vivo tiene el deseo.
Vemos las relaciones que guardan hacia él distintas concepciones de la vida, desde la anulación o la supeditación al dogma de los idealistas, pasando por su gestión y mantenimiento bajo control de estoicos, epicúreos y sensateces varias, hasta su primado y exaltación en libertinos y artistas.
Desde su etimología de "contemplar las estrellas", vemos el componente de ociosidad con que lo han cargado y nos atrevemos con intentar averiguar, de la mano de Spinoza, qué es eso del deseo. Y volvemos a la identidad.
¿Hay distintos tipos de deseo, unos lícitos y virtuosos como el deseo de conocimiento y otros moralmente condenables como el deseo carnal? (¡Ay! don Agustín no me de tormento)
Proust nos da la siguiente clave "no deseo una mujer, deseo el paisaje que la envuelve" y, al trote tendido con Deleuze, intentamos averiguar como opera desde sus correspondencias simbólicas (creo que eso lo que deseo, pero no es eso sino aquello) para establecer relatos deseantes (montarse la película desde la capacidad creativa y la fundamentación de lo artístico)