14 de Agosto (Thermidor en el calendario republicano) del año de nuestro Señor de 2009. Afectos en la noche.
Entro, pero no entro.
En la explanada de del siglo IV antes de nuestra era, tuvieron a bien medir sus fuerzas las huestes del vitalismo, con calzón púrpura y perfumes de amizcle, frente a las de los idealistas, doscientos treinta y seis kilos en canal, toga de arpillera y mucha mala leche. Entre los vitalistas; hedonistas, cínicos y materialistas, que por aquel entonces ni eran hedonistas ni cínicos ni materialistas (a las etimologías me remito)
Entre sus morales argumentaciones (y en ordinales)
1. Cuestionar que haya una realidad trascendente, llena de dioses, angelotes e ideas puras, inconcebibles para nuestros sentidos y para nuestra lógica, que nos juzgan, nos condicionan y nos condenan
2. Intentar hacer del ser humano una entidad libre y no un esclavo sometido ni por la culpa ni por la ciudad
3. Dar consistencia física y lógica a la realidad
4. Creer que hay que ocuparse más en el instante que en el porvenir y que hay que gestionar lo que sucede sin atormentarse por lo que nunca sucedió
5. Apreciar la vida (que es una circunstancia y no una condena) y respetar el cuerpo (que soy yo y no mi prisión)
6. Buscar el placer donde está y no donde se busca y creer que el sufrimiento, si bien es inevitable, no hay que inventarlo ni alimentarlo
Hubo guantazos, anatemas, maldiciones, escupitajos y un mamporro con una quijada de burra y al final ganaron los buenos (los buenos, cuando ganan, siempre son buenos) y a Epicuro, Antístenes, Demócrito, Aristipo de Cirene, Diógenes de Sínope y demás cuchipanda de libertinos les dieron más que a una estera.
Ganaron los de la oscuridad, la mortificación, el miedo y el ascetismo, los dioses de las visiones del desierto (pero qué calor hace en el desierto), los de la condena y las hostias (valgan también las tortas) con pan ácimo.
Y aquí paz y después (o no) gloria.