Al grito de “¡Es la polla!”, intentamos en RNE charlar un rato sobre qué tiene de fascinante el mundo clásico. De la virtud, la "vir", como vigor sexual y de un patricio, dueño del ladrillo, la catapulta y los que lo cuenta, que dirige Roma. Viene Hipatia (que anda hasta el moño de gestionar la elipse y de no distraerse con varón) y la infancia como narración del recuerdo (con un niño que escribe: "Querido Jesús; está bien que hagas tantas religiones, pero, ¿tú no te confundes nunca?") y aparecen los que escuchan y hablan y luego escuchan (benditos seais, ipse dixit)