domingo, 29 de abril de 2012

En plató: La metafísica


27 de Abril de 2012 y sin que tú lo sepas, sólo va a salir el término “trascendente” en un chiste, y antes, aunque no lo creas, Rocinante, hemos comido y porque a mí la pelvis me la partió, de un rebote, Isleño, que si no, también, antes, habría arreglado lo de la trascendencia del sexo a empujones, como los niños malos que creen que la metafísica es sólo cosa de niños buenos.

21 grados en plató. El punto frente a la silla, Juanjo Pardo a mi izquierda mientras que está (misterios de la geometría) a la derecha de Ángel Gabilondo (que manifiesta, serio, que a él lo del maquillaje le recuerda la mortaja, y hace, después, de los rapsodas huecos, polvo de tiza)


Las 12h35 (ya está la Virgen anunciada) y una voz (¿el arcángel San Gabriel?) pregunta; ¿Qué es la metafísica?





Y yo que en bambalinas, tras el corte de cámara, tras el decoro, pienso que mientras la religión es la verdad, “Jesús es la respuesta” (para que los penitentes olviden, vive Dios, la pregunta), la metafísica es el cuestionamiento de la verdad. Y que le dio de mamar, a la metafísica, la escritura, acto espejeado de la lectura, precisamente porque con la proliferación de fijaciones en la escritura del mito, la verdad, queda en entredicho (esto no lo acaban de entender los que achacan a la Iglesia su obstinación por no dar versiones, su estatismo y la inmovilidad, olvidando que en cuanto su verdad se cuestione no habrá verdad sino discusión sobre la verdad…¿Ahora la verdad contempla los condones?) Mientras el mito se habla y se repite no se confronta, mientras el mito queda escrito por el mitógrafo, surge en la verdad la diferencia (se interpreta y se cuestiona) La escritura es el dominio de la versión. Y el vaso que cae y estalla y que hay que restablecer las correspondencias antiguas del ser (que debe ser uno pues si fueran dos uno de ellos sería distinto y el no ser no puede ser el ser) y que nos preguntamos, escritura y razón por medio, “¿Ha caído el vaso?”, “¿Lo hemos tirado?”, “¿Hubo alguna vez un vaso”?, y que no tenemos más cola para recoser el vaso que la dialéctica, el “dia logos” (el “a través de la razón”)



Y que entiendo, mientras nos estrechamos las manos, por qué Ángel, tan metafísico, tan cordial, tan mundano, tan ángel y tan humano, recomienda la lectura (el diálogo entre dos amigos) en este tiempo en el que no queremos pisar cristales, ni saber quién es el yo que lo pisa, tiempos de respuestas sin preguntas, de píldoras sin diálogos y de tetas retocadas sin un alma que echarse debajo.