1992 y el rayo, querido Miguel, que no cesa
De acercarse directamente al Sol bien poco nos puede contar Ícaro, quizá por no preveer que del astro rey sólo pueden saborearse sus efectos, que sólo es un recuerdo de estaciones, de afectos cíclicos, quizá porque el talento científico del inventor desconocía la poética del vuelo, y sin duda porque si bien el trayecto quemó su motricidad, también heló su lengua (los muertos sólo cuentan su historia cuando desaparece el Sol)