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miércoles, 14 de mayo de 2014

Pavesas: Érase una vez "Facebook" (segunda visita)



EL GRAFÓLOGO 06.10.13
Hace pocos días en la radio pública un grafólogo (¿?) explica los motivos de su éxito. Cuando el entrevistador le pegunta por si su método podría aplicarse universalmente en el sistema educativo, él responde que sí, que por supuesto, que ya nadie sabe lo que es educar a un niño y que los mecanismos de formación están completamente desfasados. Para el grafólogo (¿?), todo el error está en aprender a escribir sobre líneas pautadas horizontales. Si todas las líneas pautadas siguieran una ligera inclinación partiendo de un punto bajo a la izquierda a uno más alto a la derecha ("se escribiera hacia arriba", puntualiza) conseguiríamos con ello que los niños fueran más creativos, originales y felices. La historia, con la que refuerza su tesis, le da la razón; la Revolución Industrial quería tipos disciplinados que aceptaran las órdenes del trabajo en cadena sin rechistar (por eso aprendimos a escribir recto), ahora los tiempos de la globalización quieren personas que cuestionen las órdenes, que sean creativas.
Un ejemplo de construcción significante de la realidad en la que la verdad, si se encontrara, volvería a ser lo más cruel que inventó el buen Dios para las realidades (explicando, quizá, el que el individuo con capacidad creativa borra las pautas o se las mete, independientemente de hacia adónde apunten, allí por donde le hubieran cabido el micrófono al grafólogo (¿?) y al entrevistador (¿?)

Si alguno de vosotros cree que esto que acabo de contar es ficción, me sobrevalora (o aprendió a escribir recto sobre líneas pautadas horizontales)

LA CRUELDAD 03.10.13
Si algo muestra la completa debilidad de lo que nos constituye (física, cognitiva o moralmente), eso, indefectiblemente, es cruel.
Y mientras más sistemas de protección ontológicos y sociales tengamos más talento tendremos para percibir la crueldad y más eficaz será ésta; el horror de desvestir a una virgen (una significación) y encontrar, en verdad, el palo (y quizá sea porque creemos que la realidad es significante pero lo real es palo, que nos fascina y fascina, la crueldad, a la creación)

MANDIBULARIO 29.09.13
Mandíbula es, en "El Eunuco" de Terencio, un parásito.

Él mismo refiriéndose en lo que precede a necios, normalmente, con poder, siempre, lo define así:
"[...] dicen que tal, yo lo aplaudo; dicen no cual, también aplaudo;
ellos que negro, yo negro; ahora que blanco, pues yo blanco"
Posteriormente, Mandíbula, ensalza la rentabilidad ética de su posicionamiento y propone:
"Voy a fundar una secta, a ver si fuera posible, que al igual que las escuelas de filósofos se llaman platónicas o socráticas en recuerdo de quienes las fundaron, los parásitos lleguen a llamarse, en recuerdo de mí, "mandibularios"

Una de las múltiples formas de manifestarse se los "mandibularios" es la exaltación expresiva de la jerga iniciática del patrón (por ejemplo, económico, político, tecnológico...o filosófico)
Cuando se encuentran entre ellos y despliegan su plumífero lenguaje (preferentemente antes los otros que sólo usan las plumas para protegerse de la intemperie) lo que manifiestan no es nada que conforme, comprenda o cambie el mundo, sino simplemente su adscripción parasitaria al patrón al que rinden pleitesía (del mismo modo que, conviene no olvidarlo, cuanto un ornitólogo habla de un pato, no habla de patos sino de ornitología...al pato no le hace falta saber de ornitología para seguir siendo un pato)
Hay, por supuesto, otras formas de ser mandibulario, pero ésta trituradora de presente (en nombre de la actualidad) llamada Facebook (que olvida, como Dios, aquello de que quien todo lo ve carece de juicio) puede sentirse ofendida si hablo de las mil y una maneras de remangarse, y mostrarle, al que da y con gusto, las posaderas.

miércoles, 30 de abril de 2014

En plató: Sartre

Fue el nueve de Abril del 13, sí, pero si fue el nueve de Abril ya conforma el "ser en sí" de mi, ¿de mi?, imposible pues yo sólo puedo "ser para si" (ni mi conciencia contiene al yo, de mi), con lo que el nueve de Abril yo no era, es decir, era el nueve de Abril pero ahora (¿ahora? el presente es la nada, pues sólo soy proyección, deseo de ser y si el presente fuera algo ya no tendría la libertad y por tanto la posibilidad de devenir), ahora, digo, ya soy otro (y mientras lo digo otro y otro), con lo que no sé, de veras, quién puñetas ha acompañado (...produce un poco de náusea ¿no?) a dos magníficos seres para sí, Joaquín Fortanet y Joan Carles Mèlich, en "Para todos la 2" de TVE2 departiendo (me gusta el término, Jean Paul, sólo somos un de partir) sobre Sartre.
Liarse a pedradas (adoquines) con tiros certeros desde la indeterminación frente al error de la indolencia, ese es un buen epítome (ahora vas al "coach" que tanto plagia y tanto te habla de Sartre sin mentarlo y que te lo explique) Pero no me hagáis mucho caso (¿a quién?), es que me retiraron el pecho pronto (¿ah, no?, ¿qué eso no vale?)
¿Complicado Sartre? para nada y si no que se lo pregunten a Beauvoir.


sábado, 22 de febrero de 2014

Pavesas: Érase una vez "Facebook" (primera visita)




ZARATUSTRA, SU MÁSCARA 04.09.13
Zaratustra, exhausto, se apoya vencido en una roca, no hay más compañía que la claudicación ni más consuelo que el abandono.
De repente, cuando no espera nada, otra idea le alcanza.
Y es ésta su última plegaria:
"-Dame, te lo ruego,dame...
-¿Qué?, ¿Qué?
-Otra máscara, una última máscara"
Así me lo contaron de noche y así el propio Nietzsche, autor y loco, lo refería ("toda mente profunda necesita una máscara") Desconfiad, pues, de las máscaras comunes, la primera tarea de la genialidad es encontrar la máscara que le permita confundirse en el resto (mientras, el común, de puro común, imposta la máscara que lo diferencie)
Ahora que es Septiembre y dudo si es más tenaz el cristal o la mosca.


LOS DÍAS FELICES 26.06.13
Entre Winnie, la enterrada, y Willie, el que repta, encontramos, pienso, ahora pienso, dos residuales visibles en cualquier territorio de sociabilización humana ("Facebook" lo es). La dependiente, que vendería su virtud, si la conservara, por un afecto o un palmero, y el baboso, sólo con la arqueología (las babas) de su deseo (el ansia enamoradiza de babas) Winnie, la que utiliza el mensaje ("estoy bien, estoy mal, estoy regular") como los murciélagos el sonar para medir la distancia (en pasos cardinales de "me gusta") con el resto de una manada que pace, la que cita citas que ni son suyas ni la llevarán nunca a una cita (las citas, Winnie, como los chistes, se enmarcan y se recuerdan, no se reproducen sin su correspondencia), la que plasma mensajes de felicidad, ilustrados, que sólo reclaman un poco de teta (ignorando que nuestro cerebro no está construído para la felicidad, ni siquiera para pensar, y que la ubre es sólo para los recién llegados)
Willie, con su postal pornográfica entre las manos, pienso, ahora pienso, capaz de cambiarla por una intoxicación amorosa, falsa, tan falsa como él, lejos, tan lejos como él. Que gemiría, si pudiera sacar la lengua de aquel culo que recuerda, para que su ama lo sacara a pasear un rato.
Ambos, Winnie y Willie, emparejados, unidos entre sí tiernamente por un vínculo de afecto por la resistencia (el acuerdo amoroso de duración) ambos, Winnie y Willie, mamíferos transparentes, por más que se escondan dentro y tras un montículo, como lo que hay entre nada y nada.
Winnie y Willie, están, además de entre vosotros (aunque no lleguen a los vosotros), en "Happy days" de Beckett
¿Absurdo?
No.
No queremos la verdad cuando nos satisface la mentira.


LA SEDUCCIÓN: 28.05.13
No nos seduce sólo lo que nos gusta, lo semejante, que nos aporta modos ampliados de existir, nos seduce lo que nos da territorio (una extensión identitaria), lo que nos permite añadir a nuestra existencia modos distintos de existir. Si ese nuevo territorio que nos proporciona el elemento seductor nos gratifica y nos hace crecer, nos seducirá. Por ello hay que ser muy inteligente para seducir a un inteligente o muy estúpido para seducir a un estúpido (pues gratificarás su estupidez), pero también hay que ser muy zafio para seducir a un inteligente y muy inteligente para seducir a un bobo (pues el bobo encontrará en la inteligencia una oportunidad de ser distinto, de crecer distinto) Somos entidades de probador (por eso hemos llegado a comernos una gamba), nuestra existencia es la prueba de nuestras pruebas (y esa es nuestra única esencia) Pero el hambre de probar, que nos la da el consustancial deseo humano, sólo se concreta en los desplazamientos (normalmente ridículos; "¿no es verdad ángel de amor?") que nos posibilitan la secuencia de seducciones que abordaremos en nuestro tiempo. Eso lo sabe el afecto adicto, criaturita, que añora en cada seducción amorosa encontrar la conciencia de un amo que le de existencia (cuando, y eso no lo sabe, su única esencia son las capturas pesqueras) y lo sabe el sabio (que huye de aquellas seducciones que sólo le van a distraer de su autenticidad procurándole la "mala fe" de los determinismos falsos)

lunes, 20 de enero de 2014

En plató: la mediocridad

13 de Noviembre de 2013, en "Para todos la 2", visto de grana y oro y acompaño a Óscar Barroso que tiene a bien bajar la silla para ponerse a mi altura (lo de hacerle una lobotomía, cosa que le propuse, le pareció un tanto excesivo)
Habíamos invitado a un mediocre pero estaba ocupado...en tareas de gobierno, creo, aunque bien pudiera ser que no asistiera por no molestarse.
Abordamos esa caracterización colectiva que nunca caracteriza al sujeto enunciativo; la mediocridad.

¿Quién dijo miedocridad?

domingo, 20 de enero de 2013

Pavesas: ¿Revolucionarios? ¿Dónde?

"... de modo que luchen por su servidumbre como si se tratase de su salvación"
En el Prefacio del "Tratado teológico-político" de Spinoza



La gran radicalidad del poder es la de hacernos creer que nuestra realización pasa por su perpetuación. Convencernos de esto es su poder y su supervivencia. Mientras nos sigamos realizando como humanos dentro de determinado marco de poder, éste nunca cambiará.
Así, cualquier revuelta, indignación o pataleo cuya aspiración sea el integrarse en los mecanismos de recompensa que el poder nos ofrece contiene en sí misma el antídoto contra sus manifestaciones revolucionarias. Nunca será una revolución.
Una revolución pasa por la realización fuera de los marcos de poder (de  nómada a sedentario, cuando el poder concreta lo humano en el nomadismo, de proletario a camarada, de miserable a clase media, cuando la clase media ni existe…pero si, por ejemplo, los revolucionarios franceses del XVIII hubieran aspirado a ser aristócratas, algo ya admitido en su estructura de poder, no hubiera habido nunca revolución…del mismo modo, una revolución desarticula el modelo social de familia, pero un reajuste permite que la homosexualidad sea acogida por ese modelo de familia) Una revolución descompone la estructura de poder y hace que su cuerpo sea incompatible con el propuesto (el veneno según Spinoza…una revolución es una enfermedad mortal para el poder) La revolución no pasa por eliminar al corrupto del sistema social sino por erradicar nuestra ansia de corrupción para prosperar en el sistema social, esto es un ejemplo.

El esperma de las actuales revueltas es la precariedad (económica, social y moral) No es una epifanía, ni una idea, ni una aportación intelectual, es la precariedad. Cuando una propuesta se basa en la precariedad, a lo que se puede aspirar en la acción es al tumulto  y en su reflexión política al reajuste. Nada más que al reajuste, porque está reclamando que el poder, el existente, repare su precariedad. No queremos desintegrar los enlaces orgánicos del poder (seguimos convencidos de la verdad del poder), es más, intentamos proteger al poder del veneno, ese sí más revolucionario, que propone (quizá contra historia, quizá no) el neocapital. Estamos siendo contrarrevolucionarios  que creen que el poder debe reajustarse para luchar contra ese nuevo virus que no contempla lo humano en base a no perder los reajustes que hemos ido introduciendo precisamente para preservar el poder que nos viene amparando. Queremos seguir siendo humanos con las gratificaciones (formación de servidumbre, capacidad productiva servil y derecho a la deuda) con la que nos venía recompensando el poder.

Y no pasa nada por decirlo y no va a ser fácil conseguirlo (especialmente cuando el contrapoder capital sabe que puede calmar nuestras aspiraciones conservadoras, precarias, tristes, con un bocadillo de calamares, impidiéndonos pagar la ronda, en un pausa, con nuestra tarjeta de crédito, o con nuestro subsidio de desempleo)